El cáncer sigue siendo, en todas sus formas, un reto para la ciencia y los servicios de salud. El término cáncer engloba un grupo numeroso de enfermedades que se caracterizan por el desarrollo de células anormales, que se dividen, crecen y se diseminan sin control en cualquier parte del cuerpo. En consecuencia, muchos órganos son susceptibles a este padecimiento.
A diferencia de otros de tipos, el cáncer testicular no es tan común, sin embargo, representa una amenaza joven y silenciosa. En el primer caso, porque se presenta regularmente en grupos de edad muy jóvenes, y en el segundo, porque no muestra síntoma alguno; cuando se detecta, puede ser como resultado de pruebas médicas para otras enfermedades.
Este jueves se conmemora el día del cáncer testicular, y tiene como objetivo fomentar y generar una cultura de autoconocimiento y cuidado de los testículos, desde edades tempranas, para mejorar la detección de este tipo de cáncer.
Según señala el boletín epidemiológico de la Secretaría de Salud[1], este tipo de padecimiento, del que poco se habla, es la principal causa de cáncer entre la población masculina entre los 15 y 35 años de edad en nuestro país y se calcula que alrededor de 60% de los casos llegan en etapas tardías.
Sin embargo, el cáncer de testículo ha estado aumentando. Es un tumor propio de jóvenes. Más de la mitad de los casos se diagnostican entre 20 y 35 años: los seminomas alrededor de los 30-35 años, y los no seminomas, una década antes. Entre los 15 y 35 años, junto con los linfomas, es el tumor más frecuente. Solo un 10% se diagnostican por encima de los 50 años y son en su mayoría seminomas.[2]
En México no existen cifras exactas sobre casos anuales de este tipo de cáncer; mientras que en Estados Unidos se detectan 8 mil casos cada año. Sin embargo, hay buenas noticias. El cáncer de testículo tiene una de las tasas de curación más altas de todos los tipos de cáncer, por encima del 90% y prácticamente del 100% si no se ha extendido.
Con el propósito de abonar al conocimiento y exploración de este padecimiento, Revista Médicaconsultó a dos reconocidos médicos que charlaron de su experiencia profesional en el tema.
El doctor Juan Manuel Ochoa López, especialista en urología oncológica del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, explica que se trata del cáncer más común en hombres entre 15 a 40 años -1 de cada 270 hombres tendrán esta enfermedad-, y que si bien es más frecuente en jóvenes, también puede aparecer en adultos mayores de 65 años. “Es un cáncer muy tratable que en la mayoría de los casos puede ser curado”, asegura.
El destacado médico xalapeño, explica que no se ha podido asociar al cáncer testicular con trauma o lesiones en el testículo, además de que los baños calientes y ropa interior apretada tampoco parecen causar esta enfermedad.
“En la mayoría de los casos el cáncer testicular no da síntomas, por lo que la autoexploración es de vital importancia para detectar anormalidades y acudir con un especialista a tiempo.”
Una de las principales preocupaciones de los pacientes son los factores de riesgo. Estos se reconocen en hombres de raza blanca, quienes tienen un riesgo 4-5 veces mayor que otras etnias; que un testículo no haya descendido a la bolsa escrotal en la infancia. Los más recurrentes también suelen ser la historia familiar -padre o hermano con cáncer de testículo-, o una historia previa de cáncer testicular (1 de cada 25 pacientes que tuvieron cáncer en un testículo lo tendrán en el otro).
El diagnóstico del cáncer testicular, señala, puede hacerse de cinco maneras: a través de un ultrasonido, es decir, el estudio de elección para detectar tumores a nivel testicular; por medio de un examen físico realizado por un especialista en el área; así como por marcadores tumorales, que son estudios en sangre que se realizan para medir algunas sustancias que se encuentran elevadas en estos tipos de cáncer.
Las otras opciones se refieren a la cirugía o biopsia, en la que se envía muestra a análisis patológico al microscopio para checar si hay células cancerígenas; y los estudios de imagen, donde se realiza una tomografía de abdomen para investigar si el tumor no se ha expandido a otros sitios.
El doctor Ochoa López coincide en que el pronóstico es bueno para la mayoría. “El tratamiento es exitoso en más del 95% de los casos”, asegura.
Por su parte, el doctor Fernando Quistian Navarrete, oncólogo y radiólogo del Centro Estatal de Cancerología (CECAN), es otro especialista xalapeño que busca soluciones al cáncer de testículo. Hace referencia a la sintomatología y dice que se trata de un cáncer silencioso que generalmente no presenta dolor.
Algunos de estos síntomas se refieren a la presencia de un bulto doloroso o inflamación en alguno de los testículos, el cambio en su forma y tamaño –con una consistencia pétrea-; la sensación de pesadez en el escroto, dolor en el abdomen bajo o en la ingle o la acumulación de líquido en el escroto.
El tratamiento que se ofrece en el CECAN pone énfasis en la quimioterapia convencional, donde se utilizan medicamentos para destruir las células cancerígenas; y la radioterapia con altas dosis de Rayos X para destruir al tumor, aunque tampoco se descarta el tratamiento quirúrgico.
Para la atención de los pacientes, se han establecido dos grupos de edad, a partir de los cuales, se puede establecer el tratamiento más adecuado. Así, el grupo de 18 a 25 años es susceptible de recibir quimioterapia –que requiere además de un proceso hospitalario de unos cinco días aproximadamente-, mientras que un segundo grupo de 25 a 45 años es atendido mediante un procedimiento de radioterapia. En ambos casos, son altamente curables.
Hoy, explica, el CECAN cuenta con dos máquinas de radiación, una de ellas, un acelerador lineal con tecnología de punta, un referente en los servicios hospitalarios del sureste del país, lo que permite atender a la aún escasa población que presenta este padecimiento.
Finalmente, debemos decir que los mexicanos no tienen el perfil genético de la enfermedad. Las tasas de incidencia más altas del mundo se encuentran en las poblaciones caucásicas, especialmente las de los países del norte de Europa como Suiza, Alemania, Dinamarca, Austria y Noruega. Es un tumor raro entre personas de color y asiáticos.
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